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Boletin ICCI ARY-Rimay
Boletín ICCI-ARY Rimay, Año 10, No. 108, Marzo del 2008

En materia de política interna y externa…
Las lecciones de la ambigüedad


José Luis Bedón

Con justificable indignación y al arribo a la ciudad de Lima, el Presidente del Ecuador Rafael Correa explicó, el pasado 4 de marzo, que el gobierno de Colombia con una “maquinaria propagandística y ayudada por potencias extranjeras ha lanzado una mentira al mundo” intentando relacionar al gobierno ecuatoriano con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP). “Acaso buscan desestabilizar a un gobierno que no se prestó al Plan Colombia, acaso poner un títere en el gobierno ecuatoriano” agregó en tono de pregunta el Mandatario ecuatoriano.

Estas declaraciones de Rafael Correa demostraban hasta donde había ido la traición de su otrora “amigo presidente Uribe”, con quien estaba en constante contacto telefónico, lo trajo para inaugurar la sede de la Asamblea Nacional Constituyente en la ciudad de Montecristi en noviembre del año pasado y hasta reclamó a las “momias cocteleras” de la Cancillería ecuatoriana por el “maltrato” que habría recibido el Mandatario colombiano. Y aunque es extensa la lista de “cordiales invitaciones” y las efectivas llegadas al Ecuador, no son menos el número de agresiones perpetradas en la frontera nororiental del país, agresiones que han ido subiendo en intensidad sin que éste o anteriores gobiernos hicieran ninguna gestión en firme para frenar el reiterado intento de involucrarnos en la guerra imperial promovida con el Plan Colombia. A pesar de todo Uribe ha tenido la “habilidad y el desparpajo” de hacernos olvidar y ha visitado el Ecuador innumerables veces por invitación del gobierno que olvidó también que Uribe es repudiado por la mayoría de ecuatorianos y los movimientos sociales y la CONAIE que lo declararon hace un par de años “persona no grata”, por su responsabilidad en las letales fumigaciones y las otras consecuencias del plan guerrerista del Presidente de Colombia y el gobierno de los Estados Unidos.

Cuando el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela Hugo Chávez en conjunto con el Presidente de Nicaragua Daniel Ortega propusieron la conformación de un ejército bolivariano en el sur del continente con los ejércitos de los países de la región para enfrentar una posible agresión de los Estados Unidos que podría ser provocada desde territorio colombiano, el Presidente Correa, con su habitual ambigüedad (no solo en política internacional sino también en política nacional), reveló que había hablado telefónicamente con su homólogo y “presidente amigo” Álvaro Uribe Vélez para expresarle que no estaba de acuerdo con lo expresado por el Presidente Chávez en relación a Colombia y que está en desacuerdo con la conformación de tal ejército, al tiempo que expresaba al Presidente de Venezuela su solidaridad porque cree que atrás del golpe que sufrió el 11 de abril del 2002 estaban los Estados Unidos. Correa quedaba bien con Chávez y con Uribe.

Las torpezas en materia de política exterior con Colombia forman también parte del combo y fueron protagonizadas por la ex Ministra de Relaciones Exteriores María Fernanda Espinosa, quien subrayó la debilidad y ambigüedad de las futuras relaciones con el Gobierno de Uribe, quien así lo percibió. Espinosa “metió la pata” de entrada al aceptar la conformación de una comisión binacional (ecuatoriano-colombiana) para verificar los impactos de las fumigaciones en la frontera nororiental del Ecuador poniendo en duda los efectos del glifosato en la salud y la calidad de vida de la población afectada y retrocediendo en la posición ecuatoriana marcada inclusive desde la gestión de la ex Canciller Nina Pacari, quien había propuesto a Colombia fumigar a partir de los 10 kilómetros hacia dentro de su frontera para evitar los efectos de las aspersiones sobre la población ecuatoriana. La tesis que se convirtió en política de del Estado ecuatoriano y se discutía con posibilidades de ser acogida por Colombia fue rota de un plumazo por la ex Canciller del Gobierno de Correa.

Peor aún, María Fernanda Espinosa y el Gobierno jamás demandaron a Colombia ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya por las múltiples consecuencias humanas y ambientales provocadas al país, no solo por las fumigaciones sino por la aplicación general del Plan Colombia. En similar actitud ambigua pero ya en política interna, el Gobierno ecuatoriano no atendió las propuestas realizadas por la CONAIE y las poblaciones indígenas y no indígenas de la amazonía afectadas, que exigen una indemnización de los gobiernos de Colombia y los Estados Unidos por las secuelas de las fumigaciones y la guerra civil colombiana. Todo quedó en anuncios al igual que la lánguida propuesta del Plan Ecuador.

El Presidente Correa ha reconocido que la movilización de 11 mil efectivos militares ecuatorianos a la frontera con Colombia le cuestan anualmente más de 100 millones de dólares al Ecuador y ha reconocido también que existen en el país cerca de 300 mil ciudadanos colombianos, así como ha aceptado otras múltiples consecuencias económicas, políticas, sociales y culturales derivadas de la política guerrerista de Uribe, sin contar los efectos de la presencia del ejército norteamericano en la base de Manta, desde donde se presume tuvo apoyo tecnológico la operación colombiana en territorio ecuatoriano contra las FARC. Existen suficientes evidencias de los actos de provocación del ejército y el obsesivo gobierno de Colombia, entonces porqué no se demandó a estos gobiernos y se exige las indemnizaciones?. Porqué más bien, Correa fue felicitado por la embajadora del imperio, Linda Jewell hace algunos días?.

El último episodio de esta ambigüedad y de la viveza de Uribe y el imperio norteamericano lo sufrió el propio Presidente Rafael Correa el sábado primero de marzo durante la realización de su habitual cadena radial, en la que recibió una llamada de su “amigo Presidente Uribe” para “desinformarle” acerca de la una incursión militar colombiana, que luego se supo fue sobre territorio ecuatoriano, en horas de la noche, con bombas y alta tecnología, en ninguna persecución “en caliente” y en la que habían sido masacrados más de 20 guerrilleros entre ellos el vocero y líder de las FARC, Raúl Reyes.

Al haber sido utilizadas las primeras declaraciones del Presidente Correa como un tibio e incipiente apoyo a la acción del gobierno de Colombia en el contexto internacional y luego de que conoció la verdad de la incursión militar colombiana en territorio ecuatoriano el Jefe de Estado ecuatoriano reaccionó y rompió relaciones con Colombia y dimensionó el verdadero alcance del engaño y la traición de su “amigo Presidente” quien es a su vez más amigo del Presidente de Estados Unidos George W. Bush.

Pero como el diablo es muy agradecido y sabe pagar bien a sus devotos, el Gobierno de Álvaro Uribe fue más allá y acusó al Gobierno de Correa y al Ministro de Seguridad Interna y Externa Gustavo Larrea de tener vínculos con las FARC, lo que ha derramado el vaso y ha salpicado la indignación, que por lo demás es justificable frente a esta provocación del ahora mejor amigo y aliado del imperio: Álvaro Uribe Vélez.

Y es que las ambigüedades dejan duras lecciones, no se puede servir a dos amos y querer quedar bien con todos. Ojalá el gobierno esta vez no olvide la lección y demande y exija sanciones internacionales e indemnizaciones por los daños causados al Ecuador. No es suficiente estar fuera del Plan Colombia, hay que buscar la paz e impedir la regionalización del conflicto y el sufrimiento del pueblo hermano de Colombia. Tampoco es suficiente que el Gobierno de Uribe reconozca la invasión al territorio del Estado ecuatoriano sino que se le imponga una sanción internacional para evitar nuevas provocaciones que podrían desembocar en la ansiada guerra con la que sueñan las élites colombianas y los halcones del imperio.

No caben más ambigüedades en materia de política exterior con el gobierno colombiano como tampoco a desconocer sus verdaderas intensiones. ¿Seguirá Colombia creyendo que puede ir más allá de lo que ha ido? como se pregunta el ex General Paco Moncayo, o que seguimos siendo blandos, como lo reconoce el sociólogo Ricardo Cobo. Que la ambigüedad o las posiciones tibias no nos pongan al filo de la provocación y la guerra, que es el negocio de Uribe y Bush y nunca de los pueblos hermanos hijos de Bolívar y de nuestro Abya Yala.

Las lecciones internas de la ambigüedad del Gobierno están a puertas

Lo lamentable es que la ambigüedad política no es solo externa, también lo es casa adentro, porque el gobierno que tomó el discurso de los movimientos sociales e indígenas con el que busca legitimarse, desconoce su participación e importancia, los niega sistemáticamente y propicia el olvido del rol histórico de los movimientos sociales en el Ecuador, que inclusive tienen que ver con su eventual triunfo electoral, que es también un rédito de décadas de lucha social.

Esa ambigüedad y doble discurso juega a integrar simbólicamente y en las dádivas a los indios, a los movimientos sociales y a los sectores de izquierda que no están con el gobierno, pero en la práctica los inmoviliza y los neutraliza impidiendo darle contenidos reales y de transformación real profunda a los mentados enunciados de la “revolución ciudadana” y el “socialismo del siglo XXI”.

Utiliza la Ley de Seguridad Nacional como cualquier otro gobierno en el pasado para combatir a los que denomina “terroristas de Dayuma”, impide que la Asamblea Constituyente trate el tema y luego que se otorgue la amnistía a los apresados en los confusos como escandalosos incidentes de Dayuma, reprime con fuerza a quienes se oponen a la explotación minera y se apresta a explotar a todo trance el bloque ITT en el Yasuní, a pesar de las propias reflexiones supuestamente ecologistas.

Similar ambigüedad hacen que el Gobierno haga la “revolución ciudadana” sin ciudadanos, plantea el Socialismo sin ninguna medida socialista, vaciando contenidos y acciones que demandaría un verdadero Socialismo que solo puede ser un Socialismo Científico. Ambigüedad o posición…algo no encaja.

Pero se le vienen nuevos escenarios internos, el referéndum para aprobar la nueva Constitución que aprobará la Asamblea, cuya imagen y credibilidad han descendido a consecuencia de los propios errores del Gobierno y por la acción innegable de los medios de comunicación que continúan bajo control de grandes intereses económicos y sociales del poder financiero. Nada hace en procura de democratizar la tenencia y la propiedad de los medios de información. Nada ha hecho aparte de motejarlos de “pelucones” a algunos sectores sociales del Club la Unión de Guayaquil, mientras en la realidad se mantienen los abismos en la concentración de los ingresos y en la socialización de la pobreza.

En ese escenario de indeterminaciones, indefiniciones y ambigüedades nos preguntamos a quién acudirá el gobierno cuando se le desplomen las posibilidades de vencer en el referéndum, acaso a la misma “partidocracia” que dice combatir y con parte de la cual gobierna, acudirá a los “pelucones”, a las cámaras empresariales, a los transportistas, a los indios, a los movimientos sociales?. A quién acudirá Correa en política interna cuando la cintura ya no le de para más ambigüedades, teniendo presente que esa ambivalencia en materia de política exterior nos ha dejado, no solo al gobierno, sino a todos los ecuatorianos: feas, duras y peligrosas lecciones.


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