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Boletín ICCI
"RIMAY"

Publicación mensual del Instituto Científico de Culturas Indígenas.
Año 2, No. 15, junio del 2000

Editorial

Garabombo, nuevamente invisible

Las elecciones seccionales realizadas el 21 de mayo en Ecuador, y por las cuales se renovaban los poderes locales, han transformado el escenario político del país y confirman, nuevamente, la importancia estratégica del movimiento indígena y de los movimientos sociales en la actual coyuntura política.

Estas elecciones se constituían como un aspecto clave en la definición de la política nacional, por cuanto ellas venían, de una manera u otra, a confirmar o a rechazar los eventos del 21 de enero del presente año y que condujeron a la destitución del ex Presidente Jamil Mahuad. Para las élites políticas, en estas elecciones se jugaba la legitimidad a largo plazo de su proyecto político neoliberal y privatizador. Para el movimiento indígena y para los movimientos sociales, estas elecciones deberían convertirse en un aval ciudadano a su propuestas de cambio y de resistencia social frente al modelo vigente.

Frente a las críticas a la democracia existente surgidas desde el interior del movimiento indígena, el Presidente de la República, Dr. Gustavo Noboa, había respondido que si los indios quieren el poder, entonces que ganen las elecciones. Esta prepotencia oficial se explicaba por cuanto en las encuestas hechas antes de las elecciones, todas ellas realizadas en los principales centros urbanos del país, daban por descontado un amplio triunfo de los partidos políticos tradicionales. Dentro de las expectativas de estos partidos políticos, sus cálculos apuntaban a un fortalecimiento político que les posibilitaría una recomposición de fuerzas frente al movimiento indígena y los movimientos sociales, y una consolidación de su propuesta liberalizante.

Así, para derechista Partido Social Cristiano (PSC), estas elecciones, según expresiones del Presidente del Partido, Pascual Del Cioppo, confirmarían su hegemonía nacional, y, de acuerdo a sus propios cálculos, disputarían entre ocho a diez prefecturas provinciales (es decir, cerca del 50% nacional), y entre 60 y 65 alcaldías (algo más del 30% nacional). Asimismo, para el Partido de la Democracia Popular (o Democracia Cristiana), partido político del ex Presidente Mahuad, según su vocero oficial, Ramiro Rivera, sus expectativas estarían en alcanzar tres prefecturas y 30 alcaldías, aproximadamente.

Otro partido de gran importancia, de igual manera ubicado en la derecha del espectro político, es el populista Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE), quienes, de acuerdo a sus cálculos, aspiraban a conseguir seis prefecturas e incrementar sustancialmente el número de alcaldías que controlan. Ahora bien, los resultados electorales obtenidos demuestran fehacientemente la crisis política de estos partidos políticos, a la sazón, los más importantes del Ecuador.

En efecto, de las 10 prefecturas calculadas por el PSC, apenas obtuvo tres. Por su parte, la Democracia Popular, ganó, solamente dos prefecturas, y el PRE ganó cuatro prefecturas. Otro partido político importante y que se ubica dentro de la centroizquierda, es el partido de la Izquierda Democrática (ID), quienes aspiraban a ganar 6 prefecturas y, finalmente ganaron solo dos. En cuanto a las alcaldías los resultados son aún más desalentadores para estos partidos políticos. Los resultados electorales muestran que sus expectativas estuvieron muy por encima de sus posibilidades reales.

Por su parte, los movimientos sociales y el movimiento indígena ecuatoriano, agrupados políticamente bajo el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik - Nuevo País (MUPP-NP), obtuvieron un triunfo que podría calificarse de inédito. Por vez primera desde su creación en 1996, el MUPP-NP, gana cinco prefecturas provinciales (el 22% del total nacional), algo más de treinta alcaldías y la primera posición en cuanto a las juntas parroquiales (cerca del 60% nacional).

Asimismo, por vez primera en la historia del país, un dirigente indígena accede al control de una prefectura provincial. De otra parte, las alcaldías ganadas por los indígenas representan un gran porcentaje de las alcaldías ganadas por el MUPP-NP. En cuanto a gobiernos seccionales (concejalías municipales y consejerías provinciales), el MUPP-NP logra una importante representación nacional, y logra que, asimismo por vez primera, muchas dirigentes mujeres indígenas accedan a los poderes locales.

Los indios, los movimientos sociales, y otros sectores, han empezado su camino hacia la construcción del poder. Sin descuidar sus propuestas de resistencia al modelo vigente, y combinando de una manera coherente los espacios políticos de organización social con los espacios institucionales, el movimiento indígena y el movimiento social ecuatoriano, apuestan a la construcción de la democracia desde el interior de esta misma democracia. Su reciente participación electoral confirma la adecuación entre los espacios organizativos existentes (CONAIE, ECUARUNARI, Coordinadora de Movimientos Sociales, etc.), y los espacios electorales.

El hecho de haberse constituido en la primera fuerza política en la representación de los gobiernos provinciales acarrea la responsabilidad de abrir un nuevo frente de debate nacional, y en el cual el movimiento indígena hasta ahora ha sido expresamente excluido, el debate de la descentralización y de la reforma política del Estado Ecuatoriano. Igualmente, la conducción de más de treinta alcaldías, implican un serio reto para el movimiento indígena y los movimientos sociales. Si bien existen experiencias exitosas de manejo de los poderes locales, como son los casos de las Alcaldías indígenas de Cotacachi (Provincia de Imbabura), y de Guamote (Provincia de Chimborazo), también es cierto que el manejo de un gran número de alcaldías sin un horizonte concreto de acción, podrían menoscabar las posibilidades a futuro del MUPP-NP.

Sin embargo, y pesar del evidente logro electoral y que, de hecho, transforma radicalmente el mapa político del Ecuador, Garambombo permanece invisible para las élites y para el discurso dominante. En efecto, toda la prensa del país procedió a calificar como triunfadores al derechista PSC, por haber ganado la alcaldía de Guayaquil, la ciudad económicamente más importante del Ecuador, y al centroizquierdista partido Izquierda Democrática, por haber ganado la alcaldía de la capital de la república.

Respecto a los resultados generales de los comicios, casi toda la prensa ha guardado un silencio bastante elocuente sobre la coyuntura actual. Para los grandes medios, así como para varios analistas políticos, los indios, simplemente no existen. Su presencia en el escenario político aparece como circunstancial, en el mejor de los casos, o como un fenómeno de difícil comprensión y que dificulta la gobernabilidad del país, en el peor.

Pero es también sintomático el hecho de que después de confirmarse los resultados electorales y luego de comprobarse el evidente triunfo de los indígenas y de los movimientos sociales en estas elecciones, se haya guardado un mutismo casi absoluto sobre los resultados generales de las elecciones y las perspectivas políticas al mediano plazo. Garabomobo, aquel héroe indígena de los páramos de Ayacucho que el escritor peruano Manuel Scorza narra en su célebre ciclo Redoble por Rancas, sigue siendo invisible.

El Presidente del Ecuador, Gustavo Noboa, había afirmado que si los indios quieren el poder que lo ganen en las elecciones. Ahora bien, los indios, los pobres y otros sectores de la sociedad, han asumido el reto. Han empezado a ganar las elecciones. Son una de las fuerzas políticas más importantes del Ecuador contemporáneo. Sus posibilidades al futuro son enormes. Tienen una gran ventaja frente a las élites, y es, justamente, la de su invisibilidad. La estructura del poder está incapacitada para entenderlos, para comprenderlos, incluso, para verlos, para visualizarlos. Paradójicamente, ésa es una de las principales fortalezas del movimiento indígena ecuatoriano.

Hasta ahora, gracias a esa negación por visualizarlos como alternativa histórica válida, por parte de la vigente estructura de poder, el movimiento indígena ha podido construir sus estructuras organizativas, sus políticas de alianzas, sus discursos y su proyecto político, sin que las clases dominantes acierten a construir una estrategia efectiva para sujetarlos dentro de sus coordenadas de control político.