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Boletín ICCI
"RIMAY"

Publicación mensual del Instituto Científico de Culturas Indígenas.
Año 3, No. 21, diciembre del 2000

Movimiento indígena ecuatoriano:
Una evaluación necesaria

Luis Macas

La "década ganada" y el surgimiento del movimiento indio

Para entender el contexto socio político y económico en el que las organizaciones indígenas aparecen como actor deliberante en los años 90, hay que empezar analizando el proceso que ha vivido el movimiento indígena que surge en la década de los 80, década que ha sido denominada como "perdida", pero que desde una visión más histórica y a largo plazo, puede ser considerada más bien como una década ganada por el movimiento indígena y por el país, porque es allí donde se logra la unidad organizativa y política del movimiento indígena. El hecho de que varias organizaciones, pueblos y nacionalidades hayan logrado un consenso para construir un espacio organizativo común, y hayan creado la Conaie, es un paso significativo en la historia del movimiento indígena, y porqué no decirlo, de la historia del país.

En 1986 se realiza el Primer Congreso de todos los Pueblos Indígenas que constituye la Conaie. Esto permite que en la década del 90 haya otro paso fundamental del movimiento, es decir, si los 80's se caracterizaron por ser todo un proceso de estructuración orgánica, en los 90's lo que se hace es generar propuestas al interior del movimiento indígena con alcance nacional. Una de estas propuestas es la construcción de un Estado Plurinacional, como un objetivo del movimiento indígena; esta propuesta ha logrado ser parte actual del debate de la sociedad y de todos los sectores, planteamiento que, a no dudarlo, ha dado más fuerza al movimiento indígena y ha permitido extender la lucha en otros niveles.

Es alrededor de esta propuesta de construcción del Estado Plurinacional, que ha girado toda la lucha del movimiento indígena a lo largo de la década del 90. Al respecto, una de las luchas más relevantes, aquella del levantamiento indígena del 90, fue primero para que el país logre visualizarnos, es decir, que el Estado nación sepa que estamos aquí, que existimos, que tenemos derechos, que tenemos voz. Y otro de los contenidos de la lucha fue por el rescate de la dignidad de los pueblos indígenas. Otro acontecimiento político de vital importancia en la década del 90 fue la convocatoria a una asamblea constituyente.

Un aspecto que posibilitó la constitución de las organizaciones es a partir del proceso de la educación intercultural bilingüe, proceso que hizo posible penetrar y trascender a todas las nacionalidades. Si bien la educación bilingüe no ha logrado cumplir con sus objetivos, pero es importante resaltar que contribuyó para crear y recrear la identidad y cultura de los diferentes pueblos.

Políticamente las luchas de constitución del movimiento se dan en los momentos más difíciles del país, estamos hablando que en 1986 estaba la derecha conservadora en el gobierno, a través de la represión de Febres Cordero. Esto significó un alto riesgo en la conformación de la CONAIE, pero sin embargo se logró consolidarla. Al respecto creemos que cuando las condiciones son más duras socialmente hablando, nos hacen ver que hay que hacer algo. A pesar de que no hubo el mismo nivel de represión que a los sectores populares, las políticas implantadas por ese gobierno impactaron en todos los sectores. Nosotros surgimos como un espacio democrático dentro de lo que se conocía como democracia, dentro de la política formal y establecida, cuestionando ese mismo concepto y poniéndolo en entredicho, pero con la práctica democrática al interior del movimiento.

Homogenización global y sobrevivencia cultural.

Después de la década del 90, el movimiento indígena está viviendo una crisis de transición, en términos de proceso. Esta crisis es por que hoy las condiciones en que nos pone el mundo son distintas; y mucho más difíciles pues la globalización es arrasante con las diferencias y particularidades, con las diferentes identidades (para no hablar solamente de pueblos indígenas). Si no podemos superar esta crisis - que se refleja en la crisis de identidad - estaríamos en riesgo de perder el referente histórico y de futuro de nuestros pueblos, esas dos condiciones son esenciales para que un pueblo o nación puedan mantenerse y desarrollarse. Y esto se aplica a todos los pueblos que vivimos bajo este cielo del Ecuador, porque no tenemos una nación constituida, y si existe una nación estará aún en un estado embrionario, para que surja ésta se necesita de muchísimos elementos constitutivos de la misma, pero no se lo puede construir a la ligera y con copias de mala calidad.

El problema es que no tenemos un estatus de nación constituída, menos aún para hablar de una nación "original". Algo que nos ayudaría a estar claros en esto es preguntarnos cuál es nuestro referente de nación ahora: para muchos será Norteamérica, Europa, la globalización o el desarrollo. Pero el problema es que no sabemos qué significan para nosotros estos conceptos y elementos, no sabemos qué significan para las 12 nacionalidades y pueblos, incluida la nación blanco mestiza, de este país.

Si no nos ponemos a reflexionar a la manera como lo hacían nuestros mayores que decían "alza tu pie y mira el terreno donde estás", no llegaremos muy lejos, eso nos hace falta. Esto deviene en la crisis de valores, tanto hablamos de Shuk shungulla, shuk maquilla, shuk yuyailla, que son valores que ahora ya no existen para nada, pues no se enseñan ni en la escuela, ni el colegio ni la universidad. Los valores son parte constitutiva de nuestra identidad.

Esta crisis de valores es el origen de la crisis global, pues no nos permite actuar a partir de lo que somos y creemos, sino a partir de lo que nos han hecho creer que somos, y por eso somos presas fáciles de esta época, que no estamos seguros si es la época del cambio o el cambio de época, pero la verdad es que es un momento beligerante y de eso estamos claros y actuamos en consecuencia. Los pueblos, si de aquí a 10 años, por poner un plazo, no nos detenemos a pensar y reflexionar sobre nosotros, vamos a desaparecer en el río de la homogenidad, a esto llamamos la crisis de la transición. O nos identificamos como tales y pensamos ser realmente lo que los mayores nos han dejado (los sueños de ser una nación original, propia, etc, recogiendo la riqueza de los conocimientos universales), o desaparecemos como individuos y nación.

El papel de la dirigencia en la crisis actual del movimiento indígena

Este momento parece que estamos navegando en las tinieblas, sin embargo no hay que descuidarnos que tenemos un referente que es el pueblo. Si bien la globalización avanza como una saeta, nosotros lo hacemos a pie y con carga en la espalda, incluso en los hechos, por ejemplo, el hecho de que hayamos esperado meses para decir no a la dolarización es una muestra de ello. La forma de actuar, no solo de la dirigencia del movimiento indígena, sino incluso de la interpretación que se ha dado a la realidad, hicieron que se dé un acontecimiento político - el levantamiento de septiembre - que ha sido visto por muchos como un fracaso.

Lo que está en discusión este momento es tratar de encontrar, al interior del movimiento indígena, la manera para que esta crisis tenga una orientación real. El reto de la crisis que vive el movimiento indígena es encontrar una orientación valedera para la superación de tan difícil momento, en ese sentido no es solamente la dirigencia la responsable de las omisiones o errores, y al respecto el pueblo con su sabiduría sabrá que hace.

Para poder salir de este momento es necesario reconocer lo que se hizo y no se hizo durante este período de 10 años y eso pasarlo por una evaluación seria de los acontecimientos coyunturales, pero tampoco se ha hecho una evaluación general del movimiento indígena, entonces eso no nos permite ver cuáles han sido los alcances de los resultados si los hay, y con qué horizonte podemos seguir haciendo algo para el futuro.

Como movimiento indígena, si no tenemos una evaluación seria por ejemplo sobre lo sucedido el 21 de enero, simplemente no podremos caminar y potenciarnos a futuro. Uno de los problemas al interior del movimiento quizá sea que hay intencionalidades individuales a su interior. Sin embargo, lo necesario y urgente ahora es un reencuentro entre las bases y la dirigencia y que este reencuentro pase por un sinceramiento mutuo, a fín de ser mucho más cautos y reales, eso hace mucha falta en nuestro movimiento.

Para entender el proceso después del 21 de enero, proponemos algunas líneas de trabajo, que a la vez son aspectos estructurales al interior del movimiento que determinaron que los hechos se den de esa manera.

  • Hay una posición dentro del movimiento indígena - que no es la única pero sí una de las más importantes - que está relacionada con el indigenismo puro, que privilegia el asunto interno de la organización con componentes étnicos, dejando de lado todo el Estado Nación y toda la población en ella contenida. En este país (mestizos y no mestizos) hemos convivido 500 años de espaldas unos de otros, si hubiéramos estado de frente, este país y sociedad serían otra cosa. Hay que estar claros que dentro de una organización como la CONAIE que tiene pertinencia nacional, es imposible tratar de separar estos dos aspectos, lo global - nacional, y la cuestión indígena, pero a este último aspecto hay que darle realmente su espacio y lo que se merece, pero tomando en cuenta y estando claros que sólos no vamos hacer nada.
  • Otro problema es que realmente no se han preparado los últimos eventos, con objetivos claros y factibles, que la gente sepa a qué llega a la capital, qué vamos hacer ahí, creo que eso en esta última convocatoria, la de septiembre, ello se pasó por alto. Junto a esto, está otro de los factores que es el espontaneísmo: no se prepara muchas cosas. Las cosas caminan siempre que hay una propuesta, pues empezar a dar palo a ciegas no nos lleva a ningún lado. Es por eso que todavía no sabemos qué es lo que quiso hacerse o se trataba de hacer el 21 de enero, y las consecuencias están a la vista.
  • Por último, nos estamos olvidando de una columna vertebral que es el componente político que lo estamos pasando por alto, pues es hora de darle una verdadera conducción política al movimiento, eso también es el reflejo de lo nacional, cada quien hace cosas dispersas, pero es hora de que se empiece a pensar en una política nacional, por ello es necesario sentarnos en una mesa y mirarnos las caras entre los difrerentes y buscar los intereses y objetivos comunes, a fin de globalizar una propuesta recabando aspectos de todos, eso nos hace falta, para no salir dispersos y cada quien con sus banderas y objetivos propios pues eso hace que echemos a perder procesos interesantes como la salida de Bucaram o la caída de Mahuad. Con esta dispersión en la protesta, hemos hecho un gran favor a la derecha y sus propuestas que se han consolidado, quedando nosotros en situaciones mucho más difíciles que antes de que se dieran esos hechos.

Las organizaciones y no sólo la indígena, nos movemos en el discurso de la derecha, actuamos y desarrollamos nuestras posturas de acuerdo a como la derecha concibe y piensa este país, de ahí que cuando ellos ponen la dolarización, actuamos en respuesta de eso, o ponen las privatizaciones nosotros rechazamos eso, claro presentamos propuestas, pero eso hace que nuestro accionar esté en cierta medida determinado por lo que ellos hacen. En algunos casos incluso al aceptar que ellos den las soluciones a los conflictos, obligándonos a actuar independientemente y por intereses propios, como el caso de los maestros, los obreros, el sector de la salud, los transportistas, etc. De ahí que resulta válido y urgente sentarse a pensar ese nuevo modelo político que busque revertir esa correlación de fuerzas, donde el escenario sea mejor. Para ello hay condiciones, insumos y capacidades propias.

Analizando el evento del levantamiento de septiembre, podemos decir también que, en relación a las bases del movimiento, hay un estancamiento en el discurso de la dirigencia. El haberse salido de una lógica, que es suya produce eso, por ejemplo, todos conocemos que hay una serie de rituales que se cumplen, para la cosecha y siembra del maíz u otros productos en esta época; sin embargo la dirigencia convoca a un levantamiento precisamente cuando se cumple este ciclo agrícola y se lo hace con eventos colectivos como la fiesta, a este elemento nos referimos al hablar de estancamiento.

Por otro lado, en la asamblea que decide el levantamiento, los representantes de las organizaciones no estuvieron ahí legítimamente, de otra manera ellos habrían manifestado la necesidad de postergar la protesta para otra fecha. Sobre eso cabe decir enfáticamente que además del desconocimiento de las bases, la convocatoria no tuvo real legitimidad y sobre todo, el movimiento indígena no puede estar al tono de algunos dirigentes de los movimientos sociales, los resultados de lo ocurrido son una demostración clara de ese hecho, pues el movimiento no actúa como una central sindical de trabajadores donde se pone una multa si alguien no acude al llamado de la dirigencia.

Con eso tampoco se debe dejar de lado el hecho de que la conducción política está fallando. La práctica - y en eso se ha basado el éxito del movimiento indígena- es la de los consensos, incluso para los levantamientos, si no hay consensos no hay nada. Tampoco hay que confundir los consensos y lo que pasa en el Congreso Nacional, donde todo se da a través del voto (que también es susceptible de ser comprado, negociado), ahí la dirigencia no debe entrar en ese mismo juego supuestamente democrático, pero que no es válido en la lógica del funcionamiento cultural indígena.

La dirigencia debe saber manejar la lógica nacional, pero sin olvidar la lógica cultural étnica de nuestros pueblos. Si no logramos empatar y manejar estas dos lógicas muy posiblemente se cometerá la locura de convocar a un levantamiento en navidad u otros días festivos. Para que pase algo en este país el asunto cultural juega mucho y las dirigencias deben tomarlo en cuenta siempre.

Una evaluación política necesaria

Nuestra debilidad como movimientos organizados en el Ecuador ha sido que no nos sentamos a conversar entre "diferentes", a nosotros nos hace falta lo que a nuestros mayores les sobraba, el trabajar en colectivo. Nos hemos hecho mezquinos, por tanta mala influencia en estos 500 años (valores, patrones extraños), que ahora nos resulta extraño siquiera mirarnos de frente y reconocernos como seres que conviven bajo un mismo cielo.

Tan separados estuvimos durante la colonia que tenemos un esquema cerrado que no nos permite el acercamiento entre el indio y el otro, aún hay recelos de lado y lado en ese aspecto. Tampoco es cierto que ya se han superado todos los obstáculos para poder celebrar un encuentro. El cómo ponernos de acuerdo, es algo que se debe ir pensando, pero sin caer en el discurso demagógico, pues siempre se habla de la unidad, de la propuesta unitaria, pero en lo práctico esa debe ser la herramienta para ir creando una verdadera propuesta alternativa.

Sin embargo hay un desempate histórico en nuestras visones que también impiden una real unidad, y eso se da por que no se inició este proceso de auto reconocimiento antes. En algún sentido eso ocurre entre la Coordinadora de Movimientos Sociales (CMS) y el movimiento indígena, a pesar de que ahí entramos con propuestas conjuntas y reales, precisamente para no tratar de que este discurso se quede en eso. Este desencuentro que ahora la opinión pública lo ve como reciente, requiere una explicación histórica, el hecho de que no se haya logrado hasta ahora, también es por que todavía hay prejuicios políticos.

Por ejemplo mientras en los años 60, ó 70 la izquierda luchaba por hacer campesinos a los indios, los indios luchábamos por no dejar de ser indios; entonces ese esquema todavía prevalece en la lógica de la izquierda ecuatoriana, y esto sin desconcer la necesidad de que el indígena se politice para poder entender la gran magnitud del problema social, pero ese es sólo el primer paso. Al respecto las organizaciones sociales herederas de al izquierda deben tener un proceso similar que nos lleve a entendernos.

El desempate con las organizaciones sociales está ahí, en el interior del movimiento, mientras nosotros nos cerramos en lo étnico y cultural - pues esa dimensión es grande e importante para nosotros - para los otros, es mito y entra en un espacio difícil de codificar y entender. De ahí que se busquen, desde el lado de los intelectuales de izquierda, categorías basadas en lógicas de pensamiento occidental (como campesino) para entender nuestra manera de actuar y pensar. Pero se obvia en los análisis sociales el tema étnico, tan importante para explicarnos muchas de las particularidades del movimiento indio. Ahí vale aclarar que estas dos categorías (étnia y clase) son distintas entre sí, por lo cual no se debe usar la una para entender la otra o viceversa. Por tanto los puentes para encontrar verdaderos espacios de diálogo entre "los distintos" deben estar basados también en la discusión desde lo teórico conceptual, así podremos separar los límites de interpretación que también son producto de el haber estado conviviendo de espaldas tanto tiempo.

Ahí es necesario ver con mucha claridad esas dos lógicas que todavía tienen los márgenes trazados y que ninguno de los espacios puede realmente sobre pasar; por ejemplo la lógica del desarrollo, que para nosotros es el causai en quichua, es el bienestar, ahí no entra la lógica del Capital ni del mercado, pero en las organizaciones sociales esta visión es entendible e interpretable desde ahí. Eso todavía no se logra superar, por lo cual se requiere de mucha reflexión en conjunto, pues nos falta mucho de aprender, eso es lo que llamamos en el discurso la interculturalidad y por eso no se fragua una propuesta global de país. Este tema nos conduce a llegar a entendernos, pero ahí sobre todo debe prevalecer la identidad política, en este sentido a la derecha no le interesa este aspecto. Necesariamente al hablar de interculturalidad, vemos que el espacio de diálogo no está creado todavía, por tanto el debate teórico de la interculturalidad ya debe rebasar lo teórico hasta convertirse en una actitud.


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