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Boletin ICCI ARY-Rimay
Boletín ICCI-ARY Rimay, Año 6, No. 63, Junio del 2004

DEMOCRACIA E INTERCULTURALIDAD

Luis A. Macas A.


LA DEMOCRACIA

El concepto y el término de la DOMOCRACIA, se traslada a nuestras tierras en los albores de y los fragores de la colonización europea al Continente Abya-Yala. Un concepto, que al aplicarlo cobra institucionalidad, en función de desaparecer las monarquías y las relaciones de producción del sistema feudal en los países del viejo continente, es una adaptación de la teoría ARISTOTELICA, de su obra llamada política: donde señala que la monarquía es aquel Estado, en que el poder dirigido al común interés no corresponde más que a uno solo. Mientras que democracia es aquel Estado en que la multitud gobierna para la utilidad pública.

DEMOCRACIA: proviene de dos términos griegos: DEMOS significa PUEBLO y CRATOS, significa AUTORIDAD, PODER. Es decir el poder o el gobierno del pueblo por el pueblo, o al menos a través de sus representantes legítimamente elegidos. Pero obviamente, esta teoría se encontraba en un proceso de desarrollo en cuanto a su aplicación.

No es menos cierto que la implantación de este sistema, de la democracia, en Abya-Yala haya sido solo institucional, sino implica el traslado de todo un sistema, esquemas y comportamientos aún no desarrollados con altos niveles de precariedad y debilidades persistentes. En consecuencia la presencia colonial europea en nuestro Continente constituye el inicio de improvisaciones y anacronismos, en el mejor de los casos se trata del establecimiento de experimentos y ensayos en función de afirmar y consolidar la colonia.

Entonces, nuestras sociedades y pueblos desde la presencia colonial son herederos de un sistema cuya crisis profunda es crónica. Es mucho más grave cuando en la concepción y la aplicación existen errores y desatinos por la escasa inteligencia por parte de las élites criollas, es decir, lo malo se copia mal.

Por tanto la crisis política actual tiene una explicación histórica, la democracia ecuatoriana arrastra una crisis crónica y en ninguno de los periodos de la vida republicana del Ecuador se ha podido establecer una mejoría o salud del sistema democrático. Muchos estudiosos, especialistas coinciden de que no ha existido una cultura política democrática, las raíces de la precariedad política son profundas. La política ha sido usada en función de prioridades particulares por sobre los intereses nacionales. El sistema político siendo una crisis estructural profunda, tiene la tradición de ser manipulada por las oligarquías criollas. El Estado está sometido a los intereses de sectores económicos y al sistema de mercado. Es decir que, la política está subordinada al poder económico, está sujeto a decisiones supranacionales desde los dictámenes de los organismos multilaterales, imposiciones de corporaciones transnacionales y desde las hegemonías de los países desarrollados en contra de los elementales principios de la soberanía nacional y la autodeterminación de los pueblos.

En definitiva, la fragilidad del sistema democrático se refleja en la debilidad de las instituciones públicas para resolver problemas, sociales, económicos, culturales y políticos.

Por otra parte, la creciente e irrecuperable crisis de representatividad de los partidos políticos hace que se viva una total carencia de legitimidad del sistema político. Parece que ni la formalidad democrática existe. El divorcio entre el sistema político y la sociedad civil es abismal. Por tanto el sistema democrático ha colapsado, sin haber llegado a su estado de maduración. Pues para unos ha nacido el Estado y se encuentra en un estado embrionario, para otros ha evolucionado y se encuentra en un proceso de perfeccionamiento, mientras que para los pueblos indígenas el Gran Estado Plurinacional está por nacer.

LA PLURINACIONALIDAD

Pero lo fundamental y el motivo de nuestro análisis radica en la diferencia entre el un sistema político y el otro, pues existe una diferencia extrema entre lo que es la democracia y los sistemas de consensos. El mundo occidental se identifica y maneja lo que es el sistema democrático, mientras que el mundo indígena maneja el sistema de consensos o procesos consensuados. Para facilitar la comprensión, no hablemos de sistemas sino de sociedades o culturas, cuando nos referimos al sistema occidental y sistema indígena. Las sociedades o culturas indígenas provienen milenariamente de procesos o formaciones con una visión colectiva, su concepción del mundo son eminentemente comunitarias, sus pensamientos y prácticas se basan en las relaciones de reciprocidad, de complementaridad, de equidad y redistribución y que estas características básicas se han convertido en valores y normas, por tanto la constitución de las sociedades indígenas obedecen a estas dimensiones sociales, culturales económicas y políticas.

Entonces debemos reflexionar, si es equiparable entre lo uno y lo otro, o si el mundo indígena se ha introducido y adaptado definitivamente al mundo y a la concepción occidental. O será acaso que, estemos en una etapa de transición lenta o talvez acelerada. O acaso existen aún distanciamientos mutuos entre los dos mundos.

Es esta visión distinta la que ha jugado un papel preponderante en la resistencia a la introducción de otros modelos, valores y conductas, ejemplo, la resistencia al modelo neoliberal, al sistema de mercado, a la acumulación de la riqueza, al consumismo. Entonces la respuesta sería que hay que afianzar, consolidar los procesos identitarios de nuestros pueblos, por cuanto en la identidad están los valores, los principios, los sistemas de vida diferente. Entonces la lucha del movimiento indígena cobra fuerza en esta dimensión de lucha.

Cuando hablamos de lucha, debemos recordar que la resistencia y las propuestas del movimiento indígena son las que permiten visibilizar el tema de la interculturalidad, el tema de la plurinacionalidad, del plurilinguismo, de la territorialidad, a partir de vivencias concretas del concepto de la DIVERSIDAD cultural histórica de nuestras nacionalidades y pueblos, a través de tomar conciencia interna de nuestras nacionalidades de la necesidad de la unidad de la diversidad, la concertación y la convergencia en base a un mínimo común.

Ahora, si hemos logrado un consenso nacional mínimo sobre el tema, aún no. El reto está entonces en la toma de conciencia sobre nuestra realidad, la DIVERSIDAD DE IDENTIDADES y este presupuesto nos permitirá un reconocimiento exacto con nuestra realidad, que permitan construir una diversidad en la lógica jurídica, sistemas de organización, sistemas de economías, sistemas políticos, etc.

Es necesario por tanto, replantear un modelo de Estado desde la profundidad de nuestras realidades considerando estas dimensiones y otras, digo esto por que se debe considerar la diversidad de visiones y cosmovisiones, practicas, concepciones y lógicas.

Por tanto la interculturalidad según Catherine Walsh, debe ser asumida desde lo político y desde la epistemología. Es decir, como premisa fortalecer las identidades desde la producción de la ciencias y una visión política.


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