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Boletin ICCI ARY-Rimay
Boletín ICCI-ARY Rimay, Año 6, No. 64, Julio del 2004

Editorial

LA PARTICIPACION ORGANIZATIVA DE LOS LIDERES


El compromiso es cada vez mas grande,
especialmente en la hora difícil que nos invade
Nuestra misión es la vida
Nuestra vida en la mira

Es preciso reflexionar sobre la participación o no de los ex-dirigentes, líderes anteriores o históricos, en las acciones organizativas y procesos políticos en los distintos niveles. Es verdad que atravesamos una etapa de transición cualitativa y cuantitativa compleja, pero no es menos cierto y es obvio la ausencia de los líderes o ex-dirigentes en la política organizativa actual del movimiento indígena. Frente a este alejamiento de las y los ex-dirigentes hay dos versiones: Una versión es que los ex-dirigentes se han alejado voluntariamente del proceso, ya sea por comodidad o por temor a ser recriminados por la nueva generación de líderes. Pero se dice que existe una total indiferencia a los acontecimientos y al momento de crisis que viven nuestras organizaciones en todos los niveles y que la critica se hace desde fuera. El otro criterio es, que a los ex-dirigentes o líderes, se les ha marginado su presencia y participación en el proceso organizativo desde la dirigencia actual, por su falta de preparación, por falta de comprensión a las condiciones de los momentos actuales, o por no tener un título profesional o académico. Que desde los jóvenes se les ha excluido porque los tiempos son distintos, se han modificado las propuestas originales y que los líderes nuevos están en condiciones de adaptarse a una nueva realidad, por lo que no se les permite ninguna participación a los anteriores.

En todo caso, este fenómeno violento de transición profundiza la crisis y el debilitamiento que sufre el movimiento indígena en el momento actual, aunque debemos advertir que las causas de este aniquilamiento son internas y externas. Pero en la reflexión está direccionada su enfoque, esta vez, hacia lo interno del movimiento. En lo externo es evidente que el movimiento indígena se haya constituido en el foco principal de los ataques desde todos los sectores contrarios al movimiento indígena, precisamente por ser uno de los actores emergentes fundamentales de la sociedad y por ser una “amenaza” para el país desde sus propuestas, ante todo, por constituirse en la portadora de cambios de contenidos profundos para la sociedad. Pero internamente creemos que vivimos una situación de estancamiento peligroso, generado tal vez, por el acelerado crecimiento del movimiento indígena, quizás apoyados con visiones y paradigmas extraños. Entonces estamos ante el fenómeno de la crisis de crecimiento. En este crecimiento virulento se percibe el descuido de contenidos, métodos y estrategias fundamentales propias para el proceso de crecimiento normal del movimiento indígena. Al distraer de los elementos y componentes indispensables del desarrollo organizativo de nuestros pueblos, creemos habernos enredado en asuntos de poca trascendencia, con el pretexto de crear otros frentes de lucha, pero que en definitiva resulta ser una dispersión de energías, a veces asumidos desde la expontaneidad y la improvisación.

Por lo que es necesario tomar iniciativas en función de buscar mecanismos de reconcentración de energías, de propuestas y de acción, de un reencuentro de las experiencias anteriores y las iniciativas actuales y establecer un espacio de diálogo, de reflexión sobre temas coyunturales, pero fundamentalmente sobre el proceso estratégico del movimiento indígena y desde una instancia que permita la presencia de todas las generaciones en las organizaciones tanto a nivel local, regional y nacional y hacer de esta transición mucho más atenuada desde los mecanismos de diálogo los consensos y acuerdos, instituciones históricas vigentes aún en nuestros pueblos y comunidades.

Pero lo óptimo sería, establecer mecanismos de reflexión permanentes en función no solamente de la búsqueda de una armonía entre las dirigencias y las organizaciones, sino en la perspectiva de revitalizar esa línea y esa dirección histórica del proceso de nuestro movimiento, rescatando nuestro principio el de la reciprocidad complementaria: URIN JANAN, KARI WARMI, RUKU WAMPRA. Es decir, que nuestro proceso social, político, organizativo, económico y cultural no es posible sin la necesaria participación y aportes fundamentales de todas las generaciones: mujeres, hombres, niños, jóvenes y adultos. Este propósito, el de encausar en la dirección correcta al proceso es en función de una necesidad interna del movimiento indígena y con miras a construir un horizonte amplio y sostenible hacia el entorno o externo de lo indígena, en base de una identidad política y cultural y en función de objetivos comunes. Solo desde esta óptica la propuesta del movimiento indígena se constituiría en un proceso alternativo y de cambio para el país y el continente.


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