ICCI
Presentación
Boletín Rimay
Revista Yachaykuna
Análisis
Fotos
Busca en ICCI:


Hosted by NativeWeb

Boletin ICCI ARY-Rimay
Boletín ICCI-ARY Rimay, Año 6, No. 67, Octubre del 2004

La Globalización del Desarrollo y el Desarrollo de la Globalización

José de Souza Silva


En el principio era el imperio de Dios, según la Iglesia Católica. Pero Dios hizo el hombre, que inventó su concepto de imperio y lo camufló en la “idea” de desarrollo. Esta idea fue disfrazada en varios nombres (progreso, modernización), oculta bajo muchos rostros (civilización, desarrollo), adornada con lindas promesas (paz, bienestar), ofertadas hipócritamente (ayuda, cooperación), bajo un enfoque evolucionista (fases, etapas), a través de diseños globales que prevalecen sobre las historias locales (colonización, globalización), asegurando resolver problemas universales (hambre, pobreza), para institucionalizar y legitimar sus consecuencias (desigualdad, injusticia), mientras persigue a cualquier costo apenas uno objetivo: el crecimiento económico. Este trabajo hace una descolonización de la “idea de desarrollo” para demostrar que todavía somos rehenes del pensamiento subordinado al conocimiento autorizado por el más fuerte, y proponer “otros” términos para el debate sobre globalización y desarrollo.

Marco interpretativo: el derecho del más fuerte. Para facilitar su dominación, el más fuerte institucionaliza relaciones asimétricas de poder para controlar factores materiales y simbólicos, usando la Ley como el crimen absoluto y perfecto, y vende la dominación como el orden natural de las cosas, con un discurso y una moralidad que justifican, esconden e instauran la inmoralidad. Marco histórico: La idea de desarrollo, del colonialismo imperial al imperialismo sin colonias. La falta de escrúpulos para cometer injusticias es la característica común a los imperios, sean civilizados o desarrollados. Para civilizar a los primitivos, Europa disfrazó sus invasiones como descubrimientos, y promovió la colonización como un imperativo moral y la superioridad europea como condición natural. Para desarrollar a los subdesarrollados, los Estados Unidos hacen invasiones como guerras preventivas, promueven la globalización neoliberal como la única posible y sustituyen la etiqueta del “comunismo” por la del “terrorismo” para inventar un enemigo global. Marco ético: la globalización de la indignación y la solidaridad. Sin indignación colectiva no hay solidaridad ni, por lo tanto, revolución social. La esperanza emerge con los movimientos étnico-socio-culturales para implodir la hipocresía organizada que banaliza la injusticia, y para promover la relevancia de lo humano, lo social, lo ecológico y lo ético—hoy tratados como obstáculos a la mercantilización de la naturaleza y de las emociones humanas para la acumulación de riqueza y poder. Sin embargo, si la vulnerabilidad global emerge de problemas antropogénicos—creados por la acción humana—, la sostenibilidad solo puede emerger de nuestra solidaridad, y no de la premisa neoliberal que asume la existencia como una lucha por la sobrevivencia a través de la competencia, donde el derecho del poder prevalece sobre el poder del Derecho, creando el mundo del cada uno por sí, Dios por nadie y el Diablo contra todos.

¿Qué es “desarrollo”, cuando las reglas nacionales son vistas como “barreras” a ser derrumbadas para el éxito de las nuevas reglas transnacionales del capitalismo global?. Usando la mentira como filosofía de negociación pública y el miedo como estrategia para el acceso a materia prima abundante, mano de obra barata, mentes dóciles y cuerpos disciplinados, el más fuerte define reglas del juego lejos del escrutinio público y de la participación ciudadana, creando un gobierno mundial sin Presidente ni elecciones donde los que deciden no son electos y los electos no deciden. No aceptemos que “lo relevante” es creado apenas por ciertos actores, existe solo en ciertos idiomas y llega solamente de ciertos lugares; no seamos meros receptores de valores y conceptos creados lejos de nuestro contexto y sin compromiso con nuestro futuro. No hay “desarrollados” ni “subdesarrollados”; todos fuimos, somos y seremos “diferentes”. El debate oficial sobre la globalización sufre de indigencia epistémica porque el climaterio intelectual de los economistas neoliberales no les permite crear más allá de lo que les dicta el mercado. El debate sobre el futuro empieza con criterios humanos, sociales, ecológicos y éticos, para permitir una “otra” globalización. Por ejemplo, en caso de conflicto, el “principio del bienestar inclusivo” decide a favor de propuestas que benefician el mayor número de individuos, grupos sociales, comunidades, sociedades y formas de vida. Sin eso, el neoliberalismo—la ideología de la explotación con exclusión—impondrá la institucionalización global de la desigualdad, una iniciativa cínica que siempre llega oculta en la “idea” de desarrollo, que ahora se presenta como desarrollo sostenible, y disfrazada en lindas promesas que nunca son cumplidas, como los recién anunciados Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODMs). ¿Hasta cuándo?. ¿A qué costo?.


© Los artículos del presente Boletín pueden reproducirse citando la fuente