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Boletín ICCI
"RIMAI"

Publicación mensual del Instituto Científico de Culturas Indígenas.
Año 2, No. 10, enero de 2000

El Movimiento Indígena y la Construcción de una Democracia Radical

Por: Miguel Lluco Tixe

1. La aplicación tortuosa del modelo neoliberal en el Ecuador

En 1979 el Ecuador retorna a la democracia formal luego de casi dos décadas caracterizadas tanto por dictaduras militares como por tímidos intentos de un proceso de industrialización y de desarrollo de un capitalismo nacional.

Apenas dos años después del retorno a la democracia, en 1981, presenciamos la primera crisis llamada para entonces la crisis de la deuda. Elevación de precios de los productos de la canasta básica, de la gasolina, del gas, etc. Etc. El clásico recetario del ajuste neoliberal fue impulsado precisamente un presidente demócrata cristiano, el Dr. Osvaldo Hurtado. Pero, para entonces, la idea generalizada era que había que enfrentar esta situación de crisis con un poco de entereza durante unos meses o quizás uno o dos años. Sin embargo, con el dolor y angustia de la amplia mayoría de la población, cerramos el siglo y el milenio, veinte años después, y nuevamente con el presidente demócrata cristiano sumidos en la peor crisis de la historia nacional.

Ocho gobiernos se han sucedido en este período. Con matices y estilos distintos, pero básicamente bajo la misma inspiración del neoliberalismo, han optado uno tras otro por recurrentes medidas de ajuste. El ritual del paquetazo ha seguido infaltablemente a la toma de mando de todos y cada uno de los gobiernos que justificaban como el sacrificio necesario para entrar enseguida en el paraíso neoliberal.

La profundidad de la crisis por la que atraviesa el país demuestra que los sectores dominantes del Ecuador han sido incapaces de asumir su papel. Acostumbrados a medrar del Estado y a vivir de sus prebendas, no han podido siquiera aplicar con éxito su propio proyecto político y económico. Su actitud ha sido mezquina y servil. Mezquina, porque sus objetivos han sido apenas los de preservar pequeños intereses familiares o de grupo, ni siquiera una lógica de clase global; servil, porque hace rato perdieron la perspectiva de la nación y solo intentan conseguir alguna inserción subordinada a la lógica del capital transnacional.

2. Un balance desolador

Si en otros países del continente los sectores dominantes pueden exhibir alguna ventaja de la reforma neoliberal, en el Ecuador no es posible siquiera hacer una evaluación similar.

El balance de estos años es desolador.

  • La economía nacional se ha reprimarizado y con ello es cada vez más vulnerable a factores que van más allá de su control. La dinámica del mercado, el proteccionismo de los países del primer mundo y el juego de precios provocan profundas depresiones económicas o pequeñas recuperaciones sin que nada podamos hacer.
  • Gran parte de la industria, la agricultura del consumo interno, la artesanía, en definitiva, la pequeña y mediana empresa, han sido fatalmente golpeadas por este modelo y, por supuesto, el pequeño productor urbano y rural. Las cifras del desempleo son contundentes. Para julio del 99 se estima que se ha llegado al 17% de desempleo y 55% de subempleo. Siete de cada diez ecuatorianos no tienen una fuente de ingreso digna y estable.
  • A lo largo de estas dos décadas, el país se ha polarizado social y económicamente. Mientras se han incrementado algunas fortunas que vienen casi de la colonia, y han aparecido sospechosamente otras nuevas, la participación de las remuneraciones en el Producto Interno Bruto (PIB) ha decrecido dramáticamente. Mientras que en 1980 éstas representaba el 31.9% del PIB, en 1997, apenas representan el 13,9%.
  • Las instituciones del Estado desarrollista que, mal que bien, se planteaban alguna lógica redistributiva (FODERUMA, DRI, BNF, etc.) han sido desmanteladas o están en fase de agonía terminal.
  • Como era de esperarse la pobreza ha crecido de modo dramático. Dos tercios de la población están debajo de la línea de pobreza. El salario familiar promedio no alcanza a cubrir el 50% de la canasta familiar.

Para el sector indígena y campesino, el impacto de estas políticas ha sido mucho más grave. La política de los gobiernos ha privilegiado absolutamente a la producción para la agro-exportación, abandonando la producción para el mercado interno; el precio de los insumos industrializados ha crecido mucho más que los precios de los productos agrícolas; en definitiva, el campo ha soportado la baja de salarios de las ciudades.

Las condiciones de vida de la población indígena son alarmantes: pobreza: 74%, desnutrición infantil: 45%, analfabetismo en mujeres: 38%.

A la par de este cuadro, se ha debilitado la democracia. La corrupción campea y se convierte casi en denominador común, consustancial con el modelo. Tres presidentes, incluyendo el actual, han sido sindicado, un ex vicepresidente está prófugo y la colonia de funcionarios y banqueros ecuatorianos en Miami es una de las de mayor crecimiento.

El grado de desprestigio y deslegitimación del sistema político, ha crecido a la par de la pobreza. La justicia sigue siendo para quienes pueden comprarla; los organismos de control no han sido capaces de vigilar los manejos de los recursos públicos. En fin, la democracia se ha debilitado al punto de reducirse a la inversión de grandes empresas electorales y a la rutina del voto.

3. La emergencia del movimiento indígena y otros movimientos sociales.

El protagonismo que tuvo el movimiento obrero ecuatoriano en los primeros años de resistencia al modelo, se vio seriamente golpeado. Esto fue producto no solo errores, que a su momento fueron señalados, sino la arremetida del capital contra los trabajadores sindicalizados.

Al mismo tiempo y de manera paciente y silenciosa, estaba en marcha la constitución del movimiento indígena ecuatoriano. Se trata de acumulados sociales históricos que recogen desde las primeras luchas de los años treinta, pasando por las impulsadas durante la década de los setenta, hasta el ciclo de movilización y construcción organizativa de estas dos últimas décadas.

La formación la Federación Ecuatoriana de Indios (FEI), en la década de los cuarenta y de el ECUARUNARI, a inicios de los setenta, expresa una creciente capacidad de las comunas, nacionalidades y pueblos de organizarse y luchar con autonomía e independencia. Hay varias oleadas de lucha y organización que culminan con la fundación de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) en 1986.

Años de consolidación y aprendizaje; de una identidad común; de gestación de una generación de dirigentes que supieron combinar adecuadamente la doble dimensión de nuestra lucha como pobres y como indios.

Esa capacidad de combinar la dimensión social y económica de la explotación del capitalismo, con la dimensión histórico cultural de la opresión a nuestra propia identidad ha sido la mayor fortaleza del movimiento indígena ecuatoriano.

1990 marca un hito en nuestra historia. El levantamiento de mayo y junio protagonizado por cientos de miles de indígenas a lo largo y ancho del país logra por fin visibilizar nuestra presencia. Dejamos de ser "pobres indios" para unos, y apenas "campesino menores de edad" para otros. La sociedad se ve obligada a reconocer en nuestra lucha una presencia vigorosa.

En 1992 las nacionalidades amazónicas realizaron una marcha histórica para exigir el reconocimiento de sus territorios; en 1994 enfrentamos el intento de imponernos una ley agraria reaccionaria; en 1995 participamos activamente en la campaña en contra de la privatización de la seguridad social. Tras cada uno de estos momentos de movilización hay una enorme carga de vida, esfuerzo, entrega y esperanza. Es el impulso de esa minga por la vida que ha permitido que el movimiento indígena logre inspirar, impulsar, acompañar y aprender con nuevos actores sociales que han ido configurándose en estos años.

Particularmente hemos acompañado la constitución de la Confederación de Afiliados del Seguro Social Campesino (CONFEUNASSC), y la Coordinadora Nacional Campesina, las organizaciones de trabajadores energéticos, movimientos urbano populares, ecologistas, de mujeres, agrupados actualmente en la Coordinadora de Movimientos Sociales (CMS).

4. Luchas, avances y logros

Hemos aprendido, además, a combinar la lucha concreta y cotidiana de las demandas y reivindicaciones de día a día, por tierra, crédito, agua, caminos, educación, con la formulación de una propuesta global de transformación del país.

Entendemos el movimiento indígena como un sujeto de cambio y transformación radical de las estructuras de un Estado Uninacional burgués y neoliberal. Por ello formulamos un Proyecto político que pretende superar las contradicciones fundamentales de este sistema y enfrentar a los responsables del actual orden cosas.

La acción del movimiento ha logrado varias conquistas que mejoran la vida de los compañeros. Una gran parte de los conflictos de tierra han tenido resolución favorable para las comunidades; hemos arrancado del Estado algunos recursos económicos para el desarrollo de nuestros pueblos. Pudimos institucionalizar un espacio de definición y ejecución de políticas de Estado para los pueblos indios (CODENPE), para garantizar políticas públicas sin tener que hacer el juego a los gobiernos de turno y terminar convertidos en masa de maniobra.

El movimiento indígena ha democratizado al Estado y las leyes. Las propuestas presentadas en la última Asamblea Constituyente por el movimiento indígena y otros importantes movimientos sociales, constituyen los más significativos avances en la democratización de la sociedad en los últimos años. El reconocimiento de las circunscripciones indígenas, de los derechos colectivos de los pueblos, pero también los elementos de participación social y ciudadana que se introducen, la preservación de los principios de universalidad y solidaridad de la seguridad social, la protección del medio ambiente y la penalización de los delitos ecológicos, etc., etc. son avances que todavía están en el papel y que es nuestro deber el de concretarlos.

El movimiento indígena ecuatoriano, codo a codo con otros sectores, ha avanzado también en la constitución de una expresión política, el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik Nuevo País. Concebido como un espacio de independencia y autonomía política, amplio y democrático, Pachakutik enarbola una bandera de esperanza, de construcción de un Estado Democrático Plurinacional, un modelo de desarrollo basado en el mejoramiento de las condiciones de vida de la población, en la búsqueda de la equidad social, del respeto a las diferentes expresiones culturales y modos de vida, en la reconstrucción democrática de un nuevo estado.

La fundación de Pachakutik ha significado un paso adelante no exento de problemas, sobre todo en la búsqueda de una centralidad política y en la necesidad de respetando las particularidades, construir un perfil sólido para enfrentar este viejo sistema político. Pese a todo, el movimiento ha ido logrando un proceso creciente de consolidación y unidad política, de cercanía profunda a las organizaciones sociales de las que se originó, pero al mismo tiempo de autonomía organizativa.

5. Retos actuales

Enfrentamos grandes retos para el futuro. No podemos contentarnos con ser solo una voz crítica. Es necesario plantearnos como alternativa cierta de poder y de gobierno y ello implica un salto en la capacidad de gestionar nuestro propio desarrollo y de brindar una alternativa para el conjunto del país.

Atentan contra esta dirección no solo las condiciones desiguales e injustas de la competencia política y los intentos de cooptación y subordinación de los movimientos sociales, sino muchas de nuestras debilidades.

En esta coyuntura sobre todo debemos consolidar nuestra acción política y social, e impedir que el movimiento caiga en prácticas sectarias y particularistas, evitar la instrumentación y funcionalización a los gobiernos de turno, combatir el oportunismo y el "populismo" interno, preservar una relación transparente entre dirigentes y bases de rendición de cuentas, cualificar nuestros dirigentes de base e intermedio, avanzar en nuestras formulaciones programáticas, invitar a todos los hombres y mujeres honestos a esta minga. En definitiva, mantener nuestra independencia y autonomía frente al actual estado de cosas.

Mantenemos la búsqueda de alternativas programáticas para el país con el convencimiento del agotamiento del neoliberalismo y con el horizonte de impulsar un nuevo modelo de desarrollo basado en la potenciación de capacidades productivas propias, búsqueda de la equidad social, enfrentamiento a la pobreza, construcción de una democracia radical y de un estado plurinacional.

Esa será la única garantía para convertirnos en un elemento clave de la construcción de un orden social realmente más justo.