ICCI
Presentación
Boletín
Cumbre
Fotos

Boletín
ICCI

Publicación mensual del Instituto Científico de Culturas Indígenas.
Año 1, No. 1, abril de 1999

Neoliberalismo y crisis financiera en el Ecuador

Pablo Dávalos

La crisis del mes de marzo de 1999 constituye una de las crisis más graves que haya vivido el Ecuador contemporáneo. Existen factores endógenos y exógenos que contribuyen a explicarla, sin embargo, es toda una concepción de la política y de la economía la que ha sido severamente cuestionada y la que es necesario revisar y cambiar. En efecto, esta crisis es la demostración más evidente y dramática de los límites de aquello que ha sido denominado como "neoliberalismo".

Los antecedentes de la crisis: hacia el modelo neoliberal

La crisis de marzo de 1999 marca el final del modelo económico teorizado por Alberto Dahik durante el gobierno de Durán Ballén (1988-1992). En efecto, a partir de la imposición del primer paquete de medidas de ajuste en marzo de 1983, durante el gobierno de Osvaldo Hurtado, la economía del Ecuador experimenta un cambio brusco de orientación de un modelo económico que antes estaba basado en la industrialización por substitución de importaciones, llamado modelo de crecimiento desde adentro, por un modelo económico que privilegia las exportaciones, llamado modelo de crecimiento hacia afuera, y cuyo objetivo fundamental es reforzar la capacidad expotadora de nuestra economía a fin de satisfacer los pagos por el servicio de la deuda externa.

Sin embargo, las políticas de ajuste y estabilización adoptadas por el gobierno de la Democracia Popular en 1983 y luego en 1984, eran medidas coyunturales destinadas a solucionar aspectos que tenían que ver con la situación económica del momento, como por ejemplo, solucionar el déficit en cuenta corriente en balanza de pagos, o reforzar la posición externa del país a fin de que se puedan cumplir con los servicios de la deuda externa.

Se trataban de medidas dictadas por las necesidades del momento y que no tenían en cuenta transformaciones más radicales de la economía y de la sociedad ecuatoriana en su conjunto.

Estas medidas de ajuste y estabilización implicaron drásticas devaluaciones del sucre, así como incrementos en los precios de los combustibles y en los precios de los servicios públicos, es decir, eran una especie de impuesto generalizado e indiscriminado que tenía el propósito de trasladar el peso financiero de la sucretización de las deudas externas privadas al conjunto del país. Estas medidas económicas tuvieron repercusiones inmediatas en la inflación, por una parte, y en la pérdida del poder adquisitivo de los salarios, por otra parte.

El modelo neoliberal de Dahik

Empero de todo ello, no existía una lógica que articule coherentemente las necesidades coyunturales del momento con transformaciones en la estructura misma de la economía del país. El "neoliberalismo" era más bien un discurso ideológico que encubría las disputas entre diversos sectores de los gobiernos de turno y grupos financieros y empresariales.

Es durante el gobierno de Durán Ballén que se impulsa de una manera coherente y lógica las necesidades del modelo neoliberal al largo plazo con los requerimientos del ajuste monetario al corto plazo. El mentalizador del primer modelo verdaderamente neoliberal en el Ecuador es, a no dudarlo, Alberto Dahik. En efecto, las políticas de ajuste monetario adquieren no solo coherencia con las necesidades de transformar la estructura económica, sino que vinculan de una manera lógica el control de la inflación con el fortalecimiento del sector externo. Así, se logran vincular en un solo modelo macroeconómico al corto plazo las variables económicas de la tasa de inflación, la tasa de interés y el tipo de cambio. Además, se logra la vinculación macroeconómica del corto plazo con la transformación neoliberal al largo plazo, es decir con la privatización, la desregulación y la asignación a las fuerzas del mercado como reguladoras sociales.

El modelo neoliberal, establecido por Dahik, vinculaba la tasa de interés al tipo de cambio, de tal manera que la tasa de interés doméstica se convertía en una especie de "ancla" del tipo de cambio, el objetivo era hacer más rentable la inversión en moneda nacional que en dólares. Para poder realizarlo era necesario que la tasa marginal de substitución de la moneda nacional con respecto al dólar sea mayor.

El mecanismo fue el de incrementar las tasas de interés activas. Con una alta tasa de interés doméstica, era más atractivo, definitivamente, invertir en sucres que especular con el tipo de cambio. Pero, además, se lograban tres aspectos fundamentales dentro del modelo del ajuste, por una parte las altas tasas de interés ayudaban a mantener cierta estabilidad en el tipo de cambio, de otra parte, las altas tasas de interés se suponía que atraerían inversión extranjera sobre todo capitales financieros altamente volátiles, esta inversión extranjera tendría un efecto de reforzar la balanza de capitales del país y por ende la balanza de pagos, y, finalmente, las altas tasas de interés contribuirían a controlar la inflación a través de una contracción de la demanda nacional, es decir, el encarecimiento del crédito producía una recesión, o si se quiere, una especie de brusco freno a la actividad económica del país, esta recesión tendría consecuencias inmediatas sobre la demanda que a su vez dentro de la lógica neoliberal es la causante de la inflación.

Pero el modelo de Dahik era mucho más complejo, porque contemplaba la vinculación de esta política económica al corto plazo y estrictamente monetarista, con una política neoliberal al largo plazo. Efectivamente, el modelo contemplaba la privatización de amplios sectores de la economía, entre ellos destacaba la privatización del IESS y la transformación de los recursos de la seguridad social en fondos de pensiones, que tendrían que articularse con el esquema monetarista al corto plazo y que contribuirían al ahorro interno. Asimismo, la privatización de la energía eléctrica, petróleo, telefonía, y otros sectores, reforzarían la balanza de pagos y la capacidad financiera del país.

El modelo también contemplaba la reducción del personal y de los gastos del aparato burocrático del estado y una estructura fiscal bastante sui géneris porque hacía del precio de la gasolina el principal mecanismo de recuperación fiscal. En efecto, ante la imposibilidad de crear nuevos impuestos o de negociarlos con la oposición parlamentaria, el gobierno de Durán Ballén, creó una fórmula, por lo demás abstrusa e incomprensible, para la definición del precio de la gasolina. Un mecanismo que ha sido utilizado por todos los gobiernos que vendrían luego.

Es durante el gobierno de Durán Ballén que se expide la Ley de Modernización, que constituye el intento más serio y más profundo por imponer l a lógica neoliberal en el país. Y es, asimismo, durante el gobierno de Durán Ballén que el proyecto neoliberal sufre su revés más significativo frente a la decisión popular de oponerse a todo intento de privatización del sector público, en especial, de la seguridad social.

La ruptura del modelo: la crisis de marzo del 99

Ahora bien, la crisis del mes de marzo de 1999, hecha al traste con la lógica y la coherencia del modelo macroeconómico neoliberal. Esta crisis rompe con la lógica que existía entre tasas de interés, tasa de inflación y tipo de cambio. Así como la vinculación que existía entre la política del corto plazo con la "modernización" neoliberal al largo plazo. Lo que existirá en adelante es un deseo bastante torpe por lo demás por imponer una política de privatizaciones que no tienen ningún sustento con un proyecto al largo plazo. Empero de ello, qué factores fueron los que dieron al traste con el modelo? Y el hecho de que no exista ningún modelo económico qué implicaciones tiene para la sociedad ecuatoriana? Qué futuro le espera a la transformación neoliberal en el Ecuador?

La ruptura del modelo que desembocaría en la crisis de mazo del 99 tiene dos causas correlacionadas, de una parte está la crisis financiera a nivel planetario que en su Última ola se desata en los países asiáticos del Pacífico Sur y que luego se extiende a Brasil y a América Latina, y de otra parte, están las decisiones gubernamentales de la Democracia Popular para enfrentar la crisis. En el presente trabajo concentraremos nuestra atención en las causas internas que desencadenaron la crisis, que, a nuestro criterio son las más importantes en la generación y propagación de la crisis de marzo del 99.

Las seales más evidentes de la crisis se concentraban en el sector financiero de la economía. En efecto, las altas tasas de interés castigaban la producción y favorecían la especulación. De otra parte, la aprobación de la Ley de Instituciones Financieras en 1994, otorgaba la posibilidad de concentrar un enorme poder financiero en los bancos y les ofrecía además la posibilidad de concentrar créditos a las empresas a las que los bancos se vinculaban por derechos de propiedad (los famosos créditos vinculados).

Esta ley posibilitaba, asimismo, la existencia legal de los grupos financieros que venían controlando de facto la economía del país.

De esta manera, el modelo neoliberal transforma a nuestra economía en una economía de carácter fundamentalmente especulativa. Las instituciones financieras se multiplican y extienden como hongos después de la lluvia. A fines de 1998, existen más de doscientas instituciones financieras, entre bancos, financieras, compañías de seguros, cooperativas de ahorro y crédito, administradoras de fondos, etc., en una economía con un PIB de apenas 1.500 USD por habitante.

Los bancos y otras instituciones financieras empiezan de una parte a concentrar sus créditos en empresas de su propiedad lo que contribuye a generar una economía altamente monopolizada y firmemente controlada por el sector bancario. Por otra parte, generan en toda la sociedad un afán de proteger sus ingresos y sus inversiones en actividades financieras de carácter especulativo.

Las actividades productivas para tener un mediano éxito necesitan de una tasa de rentabilidad que sea mayor a la tasa de interés, es decir que en promedio para realizar cualquier inversión productiva se necesita una rentabilidad superior al 80%. Algo que puede lograrse a condición de reducir los salarios al nivel más bajo posible, de realizar un mínimo de inversión al mediano plazo y de reducir la calidad del producto, sea por la utilización de insumos productivos más baratos y por ende de baja calidad, sea por la sobreutilización de bienes de capital que deberían haberse renovado hace algún tiempo pero que sin embargo aún son utilizados. Todas estas estrategias por mantener la tasa de rentabilidad por encima de la tasa de interés, erosionan la competitividad de nuestra economía.

De las empresas existentes solo pueden sobrevivir aquellas que están dentro de la órbita de intereses de un grupo financiero. Estas empresas gozan de crédito en mejores condiciones, y además en un gran porcentaje ellas ejercen un monopolio sobre el mercado interno. Sin embargo, son justamente estas empresas las que empiezan a sufrir los embates de la recesión económica. La ineficiencia de gran parte de estas empresas se disimula por la pertenencia a un grupo financiero. De hecho, la tasa de rentabilidad financiera sirve para encubrir las deficiencias en la tasa de rentabilidad productiva. Los indicadores financieros de las empresas disfrazan la realidad productiva de las empresas. Las disminuciones por ventas o las reducciones en partes importantes del mercado son compensadas por las utilidades obtenidas por la inversión especulativa de la liquidez de las empresas.

Esta lógica empieza a resquebrajarse cuando los bancos e instituciones financieras empiezan a acumular peligrosamente la cartera vencida, es decir, la proporción de aquellos créditos definitivamente perdidos sobre el patrimonio del banco empiezan a constituirse en un peso financiero cada vez más grande. Muchos bancos se ven obligados a establecer planes de renegociación de crédito con sus clientes.

Cuando la Democracia Popular llega al gobierno evidencia que no tiene ningún modelo económico para resolver los problemas financieros. De hecho, el nuevo gobierno simplemente busca acomodar a las exigencias políticas del momento un modelo económico que venía funcionando desde el gobierno de Durán Ballén. Sin embargo, los signos de la crisis empiezan a acumularse progresivamente mientras que el nuevo gobierno carece de un esquema sea para profundizar el modelo neoliberal o para cambiarlo.

Los errores estratégicos del gobierno demócrata-popular

La evidencia de esta falta de norte económico se traduce en una serie de errores estratégicos del gobierno de la Democracia Popular. Así, reduce al mínimo la base de recuperación fiscal cuando apoya y hace suyo el proyecto socialcristiano de eliminación del impuesto a la renta y de la imposición del 1% a la circulación de capitales. Este error estratégico le quita la posibilidad de maniobra dentro del ámbito fiscal al gobierno y genera un problema que hará inviable el modelo macroeconómico de ajuste: el déficit fiscal.

En efecto, la vinculación entre tipo de cambio y tasa de interés tiene como supuesto de base el control del déficit fiscal, o, en todo caso, el déficit fiscal puede ser controlado dentro del modelo macroeconómico en función de la base tributaria existente. La eliminación del impuesto a la renta sin que exista previamente un cambio en el modelo económico vigente implica la transformación del déficit fiscal en una variable que vuelve incierta la lógica misma del modelo.

Un segundo error estratégico del gobierno de la Democracia Popular fue la decisión de salvar financieramente al Filanbanco volviendo vulnerable la posición financiera del Banco Central, que hasta el momento era la entidad que aseguraba y mantenía la estabilidad en el tipo de cambio. Cuando la Democracia Popular decide sacrificar un monto de recursos equivalente al 4% de nuestro PIB, o si se quiere cerca de un 40% de nuestra Reserva Monetaria Internacional, para salvar a un solo banco, estaba enviando un claro mensaje que fue rápidamente asimilado dentro del contexto de una economía especulativa.

En efecto, la decisión de salvar al Filanbanco implicaba la vulnerabilidad financiera del Banco Central que no podría sostener un ataque especulativo contra la moneda nacional. Inmediatamente al anuncio de salvataje al Filanbanco, empezó un ataque especulativo contra el sucre. El Banco Central pudo sostener la moneda nacional y el esquema de bandas cambiarias solamente por algunos días. El Banco Central estaba financieramente debilitado para sostener este ataque especulativo y los recursos que podía utilizar para defender la moneda nacional se agotaron rápidamente. El Banco Central reconoció su derrota cuando anunció el fin del sistema de bandas y la flotación total del tipo de cambio. Los inversores especulativos se lanzaron a un ataque total contra el sucre que en cuestión de horas veía su valor descender en picada.

La pérdida de valor del sucre frente al dólar desestabilizaba de manera total la estructura misma de la economía del país. Este ataque especulativo recordaba los ataques especulativos contra la libra esterlina en 1994 que obligaron a Gran Bretaña a devaluar su moneda y a retirarse del Sistema Monetario Europeo, o los ataques especulativos contra el franco francés en el 96, o los recientes ataques especulativos contra las monedas de los países del Sudeste asiático. En todos los casos, salvo en el caso francés donde el gobierno decidió enfrentar la especulación atacando a los especuladores, la estructura económica quedó seriamente afectada. Fue el F.M.I. el que tuvo que acudir con préstamos de emergencia para salvar de alguna manera los estragos producidos por la crisis. En nuestro país, el ataque especulativo contra el sucre desestabilizó a todo el sistema económico en cuestión de horas y destruyó un modelo económico que venía imponiéndose desde hace algunos años. La incertidumbre y el temor de la hiperinflación obligaron al gobierno por una salida administrativa a la crisis. En efecto, para controlar la crisis el gobierno se decidió en primer lugar por una medida administrativa, el feriado bancario; y en segundo lugar, por una medida económica que beneficiaba al conjunto del sistema bancario, la congelación de una importante masa monetaria que quedaba así en manos de los bancos.

Estas medidas ponen en evidencia una vez más la carencia de un modelo económico, o la falta de coherencia con cualquier diseño económico. La actuación del gobierno de la Democracia Popular hasta el momento demuestra una total incoherencia y una falta absoluta de proyecto, incluso dentro de la domática neoliberal. De una parte rompe con la lógica del modelo vigente y de otra parte no acierta a establecer un mínimo de coherencia entre su discurso y su práctica gubernamental.

Empero de ello, puede decirse que las salidas a la crisis del mes de marzo del 99 se parece bastante a los bomberos incendiarios de Bradbury. En efecto, es difícil que un incendio pueda apagarse con gasolina, pero eso es lo que hace el gobierno de la Democracia Popular. En vez de atacar las raíces del problema, el gobierno decide atacar sus causas y con ello agrava la situación.